Una experiencia muy gratificante con la poesía puede ser buscar un texto adecuado para poder ser construido. Unimos, así, la literatura con las artes plásticas, conectando disciplinas aparentemente distintas.
En este caso, fabricamos el siguiente poema de Carlos Murciano:
EL ROBOT
El robot tiene una fila
de botones en el pecho,
una bombilla en la frente
y un altavoz en el cuello.
El robot sirve la mesa,
desatasca el fregadero,
encera la galería,
desentelaraña el techo.
Dice está bien, a la orden,
lo que usted quiera, de acuerdo,
y va y viene por la casa
sonllorando y sonriendo.
Pero cuando cae la noche
y se han dormido sus sueños,
el robot salta a la comba
debajo de los luceros.
Los chicos y chicas de la clase le llamaron "roboniño". Quizá, a través del poema, vieron a ese robot niño que, como ellos, hacía a escondidas lo que le gustaba realmente, no sus obligaciones. Este es el resultado:
Me encanta. Buen trabajo.
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